Todo comienza en 1952 en la cantina de la estación de Gallur, donde la abuela de Ricardo cocinabasus recetas. Su padre, todavía un crío, le ayudó durante años en el negocio y al cumplir los 23 decidió poner en práctica todo lo aprendido en Tudela.
Allí los padres de Ricardo fundaron el Club 33: nombre que eligieron porque en aquella época estaba de moda usar la palabra Club, parecía evocar algo diferente. Le añadió una cifra, algo habitual en aquellos años.
La historia se repite una generación después, Ricardo comienza a ayudar a sus padres siendo muy joven. Poco a poco se va dando cuenta que no es solo un trabajo, sino que es una forma de vida que le apasiona. Así que cuando surge la oportunidad, comienza a llevar las riendas del negocio y una de sus primeras decisiones es la de conservar el número original del restaurante: el 33, como homenaje a sus padres.
Junto a Maria Pilar, su mujer, deciden continuar ofreciendo esos platos que han comenzado a situarles a la cabeza de la Cocina Navarra.
Pero desean ir más allá:
Implementando nuevas estrategias como la creación de una red de agricultores locales que les abastecen cada mañana.
Exigiendo la máxima calidad y frescura a todos sus proveedores.
Llevando a cabo una labor de investigación en la manipulación y cocinado de las verduras, que les lleva a conseguir sabores y texturas completamente nuevos.
Una vez sentada la base, acometen la primera reforma total del Restaurante con un único objetivo: plasmar la pasión que sienten por su trabajo, y ya que van a pasar la mayor parte de su tiempo en él, crear un espacio que sea al mismo tiempo hogar y lugar de actividad.
Su ilusión es que el cliente perciba esa forma de vida que han creado, el amor por el detalle, y que se sienta partícipe de todo ello.
Es en este momento cuando Maria Pilar comienza a dirigir el restaurante y a encabezar el equipo de repostería, mientras Ricardo se centra en el día a día en la cocina, continuando con la creación de nuevos platos y técnicas de elaboración.