Joan V.

Yo me acostumbré a vivir con la enfermedad, tenía digestiones pesadas y diarreas muy frecuentes, pero también tenía siempre a algún compañero de trabajo que me comentaba que a el le ocurría lo mismo y que el problema era que comíamos mal, siempre en restaurantes con demasiados refritos y con excesivo estrés.
Hasta que un dia tuve una crisis, que empezó con una diarrea imparable y acabó alterando todas las variables relativas al higado. Ahí estuve a punto de despedirme del mundo, pero ahí encontré también a un excelente profesional de la medicina que me diagnosticó mi intolerancia al gluten y me condujo de nuevo a la vida.
Mi recuerdo, aprecio y gratitud al Dr. Gasull, de la Clínica Sagrada Familia, de Barcelona.

Mi vida cambió, me emocioné al ver los primeros alimentos sin gluten que a partir de entonces serian mi sustento.
De todos modos, una vez asimilado el cambio, debo admitir que no me resulta difícil mantener la dieta. Muy probablemente ello se lo deba a mi entorno y muy en concreto a mi esposa, quien también tuvo que reciclarse en este aspecto y quien supo transmitirme el apoyo indispensable que uno necesita cuando la linea de la vida se tuerce inesperadamente.